Cómo Son Entrenados Los Funcionarios De Aduana De Los EE. UU.
Luce igual que un punto de control de aduana de un aeropuerto.
Read this story in English. / Lea esta historia en inglés.
Los actores esperan en filas, cada uno interpretando a viajeros con los que probablemente se encontrará un funcionario de Aduana y Protección de Frontera (CBP, por sus siglas en inglés) de los EE. UU. Algunos pueden interpretar el papel de refugiados, a otros se les pide actuar como si estuviesen escondiendo algo siniestro.
Los actores tienen instrucciones detalladas, como sonreír y coquetear con el funcionario en entrenamiento de la CBP, o su libreto les puede pedir que eviten el contacto visual, que se coman las uñas y que se muestren nerviosos.
«Sr. Madison, por favor, hágase a un lado por un momento», le indica un funcionario en entrenamiento al viajero. «Alguien vendrá y lo escoltará hasta la (inspección) secundaria, van a hacerle algunas preguntas adicionales».
Un entrenador de CBP que observa sobre el hombro del candidato esboza una sonrisa de aprobación e informa al funcionario en entrenamiento que ha apartado a un lado a un traficante en potencia.
Este escenario de la vida real sucede en el centro de entrenamiento federal del orden público, en Brunswick, Georgia. Estos aspirantes intentan estar entre los aproximadamente 875 candidatos que se gradúan anualmente para convertirse en funcionarios del CBP.
Los funcionarios del CBP trabajan en los puertos oficiales de entrada y deciden quién entra al país y quién no. Pero su amplia autoridad ha suscitado preocupación en algunos abogados de derechos civiles.
Un enfoque en la seguridad y en la contratación
El programa de estudio de un funcionario de la CBP es amplio, desde ley constitucional y entrenamiento en computación, hasta entrenamiento en armas de fuego y juego de roles táctico.
Los funcionarios de la CBP son responsables de más de 200 tareas específicas del trabajo, como la defensa de las leyes de inmigración y de las leyes de comercio. Pero el Jefe de las instalaciones, Nick Sunderhaus, dice que el punto focal es siempre la seguridad.
«Porque a fin de cuentas, sí, estamos facilitando los viajes y el comercio, pero hay personas que quieren lastimarnos y que tienen mala voluntad», dice Sunderhaus, un veterano de la CBP quien mastica goma de mascar la mayor parte del día y lleva un corte de cabello bajo y bien al rape.
Desde noviembre de 2016, ingresar a la academia de entrenamiento puede haberse facilitado un poco. Algunos aspirantes particularmente calificados ya no tienen que presentar el examen de admisión y la CBP está aceptando aspirantes un poco mayores, incrementando la edad límite de 37 años, a un día antes de que el aspirante cumpla los 40 años.
El presidente Trump no ha ordenado incrementar la contratación de funcionarios de la CBP como lo hizo con los agentes de frontera, pero Sunderhaus dice que ha habido un incremento de los candidatos que vienen a la academia y la moral es alta.
«La CBP está contratando», dice. «Vemos que la moral de los funcionarios en entrenamiento que ingresan (es alta), pues obtuvieron un trabajo que solicitaron, que deseaban hacer».
Para Patrick Provost, de 26 años, de North Kingstone, Rhode Island, el convertirse en funcionario de la CBP trata de seguridad laboral.
«Para ese momento yo estaba postulándome en casi cualquier vacante que encontrara [en el sitio de trabajo del gobierno federal]», dice. «Ingreso estable y buenos beneficios. Tengo un título en justicia penal así que siempre trato de buscar el próximo paso».
Y luego de graduarse, el próximo paso para Provost es en Norton, Vermont, donde ha sido asignado a un cruce de frontera, en una de las zonas más remotas de New England. Es allí donde se pondrá a prueba su entrenamiento en la CBP.
El trabajo de un funcionario de la CBP es bastante diferente del de sus homólogos, agentes de patrulla de frontera, quienes recorren los lugares junto a la frontera entre los puertos oficiales de entrada.
Existen más funcionarios de la CBP que agentes de frontera, y según las estadísticas de la CBP, los funcionarios de los puertos de entrada incautan cantidades mucho mayores de drogas, tales como los opiodes, que los agentes de frontera. Los funcionarios también arrestan más criminales solicitados en los puertos de entrada.
Como explica Sunderhaus, eso podría deberse a que los funcionarios tienen una gran cantidad de información a su disposición.
«Hay tanta información que podemos utilizar en nuestros sistemas, que permiten al funcionario realizar una muy buena evaluación; que cuando lleguen personas hasta donde ellos están, puedan decir: ‘Esta persona va para allá, esa persona va para allá’.» ”
Preocupaciones en referencia a la corazonada de un funcionario
Aunque las políticas de la CBP prohíben la caracterización racial «excepto en los casos más excepcionales», los funcionarios en los puertos de entrada pueden buscar más allá de los sistemas informáticos, utilizando lo que se conoce como su «autoridad de investigación en frontera» para tomar en cuenta otros factores.
«Lo que te pones, tus ademanes», dice Sunderhaus, «todas esas cosas pueden entrar en juego y eso caería bajo la investigación en frontera. ¿Con qué frecuencia ocurre eso? No hay un dato cuantitativo».
Esto ocurre porque estas interacciones no siempre se registran.
«No se registra porque a veces puedo tener esa intuición y que no resulte nada. O que, observé y no encontré nada», dice Sunderhaus. «Eso no quiere decir que no pueda atraparlos la próxima vez, pero solo se recolecta esa información si hay una aprensión, una incautación».
En otras palabras, un funcionario puede decidir seguir una corazonada y hacer preguntas adicionales. Si esa corazonada termina en nada, entonces, dice Sunderhaus, no necesariamente se registra.
Para algunos abogados de derechos civiles, esto constituye un problema.
«El problema aquí es que los funcionarios introducen su propio sesgo subjetivo a la situación», dice Carol Rose, directora ejecutiva de la Unión de Libertades Civiles Estadounidenses (ACLU, por sus siglas en inglés) de Massachusetts, «y si no están cuantificando su tasa de éxito, de hecho no hay manera de juzgar o de saber si su entrenamiento está funcionando o no».
Esto es parte de lo se cuestiona en un caso presentado ante la corte federal de Boston por la ACLU de Massachusetts y otros. Cuestionan una práctica creciente de revisar los dispositivos electrónicos de los viajeros, sin una orden. De hecho, los funcionarios de la CBP llevan un ritmo de revisar casi tres veces más dispositivos de los que revisaban en 2015. Sin embargo, la CBP dice que, aun así, estas revisiones solo afectan a una fracción del público que está de viaje.
Los denunciantes de la demanda son 10 ciudadanos estadounidenses y residentes permanentes legales, varios de ellos musulmanes o personas de color, cuyos teléfonos inteligentes y computadoras portátiles fueron revisados en la frontera de los EE. UU., sin una orden.
«Luego estas personas no fueron acusadas de ninguna infracción», dijo Rose. «Así que, hay casos en los que las personas son detenidas equivocadamente, interrogadas equivocadamente y en este caso les fueron confiscados y revisados sus teléfonos celulares y sus computadoras portátiles, y les fueron retenidos por semanas o meses.
Los alegatos orales en la corte de Massachusetts inician a finales de abril.